martes, 11 de marzo de 2008

Más allá de nuestras ideas

Monumento a las víctimas del 11-M. Atocha (Madrid)


Nunca he utilizado este medio (y nunca lo haré) para hacer manifestaciones personales sobre política, religión, etc. pero, permitidme que hoy, más allá de las ideas y preferencias de cada uno de nosotros, recuerde con respeto y cariño a todas las personas que perdieron algo el 11 de Marzo de 2004.

Para cualquier ser humano de bien será muy difícil olvidar esta fecha. Para los madrileños, imposible.

Las principales vías de Madrid quedaron cortadas desde las 7:30 h. de la mañana y sólo circulaban por ellas cientos de ambulancias, coches y motos de Policía nacional y municipal, vehículos de Protección Civil y camiones de Bomberos.

Las sirenas no cesaron en todo el día.

Se hicieron llamamientos para donar sangre por radio, televisión y megafonía, en improvisados "dispensarios" situados en los hospitales de campaña de Protección Civil.

Los puntos de recogida de sangre se colapsaron con miles de personas haciendo cola frente a los autobuses (en algunos casos, las esperas eran de hasta 3 horas) pero, todos continuábamos allí. Aún cuando anunciaron por megafonía que había sangre suficiente, que los bancos de sangre estaban saturados... todos continuamos allí... en medio de un silencio dificilmente repetible.

Algunos, absolutamente impactados, llegamos a ver las columnas de humo de las explosiones.

Otros, bajaron de sus casas mantas, sábanas y cualquier cosa que pudiera abrigar a los heridos y tapar a los fallecidos. No puedo ni imaginar lo que sintieron esas personas.

Madrid se quedó triste, gris y en silencio. Un silencio sólo roto por las continuas sirenas y el ir y venir de miles de personas que colaboraron en lo que pudieron.

El recinto ferial de Madrid (IFEMA) se convirtió en un gigantesco tanatorio al que iban llegando las ambulancias con los restos de tantos y tantos seres humanos cuyo único delito fue estar en las estaciones de Atocha, Santa Eugenia y el Pozo.

Fue tal la dimensión de la tragedia que en el IFEMA los fallecidos se anunciaban por megafonía porque no había medios humanos para buscar entre los miles de familiares y amigos a los de cada uno de los muertos.

Con el transcurso de las horas, Atocha, El Pozo y Santa Eugenia se fueron llenando con miles de velas, flores y mensajes de apoyo, de cariño de solidaridad para todas las víctimas, heridos, familiares y amigos.

Aquel 11 de Marzo, fueron asesinadas 192 personas y se cuantificaron 1.856 heridos de diversa consideración.

Hoy, cuatro años después, algunas personas han puesto lazos negros en sus casas, en sus oficinas, en sus coches pero, os aseguro que todas las personas de bien lo llevamos también en nuestros corazones.
Me da igual si se asesina en nombre de unos o de otros. Me da igual si los fallecidos y heridos eran españoles, dominicanos, rumanos, blancos, negros, asiáticos...

Sólo sé que miles de familias se rompieron ese día y nunca más volverán a ser las mismas.

Para todos ellos, y para el resto de las personas que fueron y son víctimas de unos asesinos que dicen actuar en nombre de no se qué, desde aquí, este pequeño homenaje.

NUNCA OS OLVIDAREMOS

Eva (Chinche)

3 comentarios:

Leila Sand dijo...

Yo tb tengo un lazo negro en mi corazón.

Estoy contigo y con todos aquellos q realmente amen el respeto y la libertad.

Mi más sincero pésame a todos los que han perdido en manos asesinas.

Juanka dijo...

Igualmente.
Mano dura con los terroristas y con los cerdos que hacen posible que siga existiendo.

Jabuga dijo...

Estoy con vosotros. Hay tragedias que no pueden ni deben ser olvidadas. Es necesario mantener viva la indignación y el rechazo hacia el horror terrorista, sin flaquear un instante.

Ninguna muerte sirve para solucionar un conflicto. No puede pagarse con sangre la paz de las personas justas.
¡¡Tenemos que ver el fin del terrorismo ya!!