jueves, 16 de julio de 2009

Y qué hacemos con la abuela


Tiene cojones la cosa, he pasado una buena parte de mi vida, es más, yo diría la mayor parte de mi vida, o incluso me atrevería a decir, toda mi puñetera vida, pensando en los demás. 20 años, que la canción dice que no son nada, pero no veas como machacan día tras día, compartiendo la enfermedad de mi madre (ojalá pudiera volver a hacerlo).


He pasado lo que debía ser una infancia feliz, jodida y sin muñecas, lo que sería una adolescencia conflictiva, luchando y sientiendome madre de quienes no eran mis hijos, jamás, jamás, lo juro por mi honor, disfruté de lo que me hubiera correspondido, siempre estuve ahí para todos y cada uno de quienes me necesitaron.


Estoy dándome cuenta de lo cruel que es el mundo, desde antes de cumplir los 8 años; jamás he fallado a nadie, jamás, y de eso sí, me siento orgullosa. Me he jodido antes que joder a los demás, incluso, aún cuando los demás no merecían mi sufrimiento.


Por lo que no dije pero sentí, porque me he superado, por todo lo que hoy tengo que habría sido un maravilloso sueño entonces, por todo lo doloroso de mi pasado, que hoy tiene alas, porque debajo del escudo más duro, mi corazón vencerá, porque es tu verdadera esencia la que jamás cambia, a pesar de lo cruel del camino y porque espero no hagais hablar.


Lo siento, siento con el alma, que hoy, alguien, en algún lugar, esté llorando, lo que yo lloré, siendo tan sólo una niña, porque, de sobra sé, que esas lágrimas del alma, ahogan, y hacen daño, y para mí, es absolutamente imposible olvidar lo que siente mi corazón.


No seré ya más vuestro consuelo porque estoy cansada, porque este es, el final de un camino conjunto, tuve que aprender a jugar sola, ninguno me disteis la mano cuando aprendía a caminar y me arrojasteis al vacio más infinito.


He perdonado el más absoluto de los olvidos, al más egoista, he perdonado incluso a quien me abandonó; he perdonado también a todos aquellos que se olvidaron de mí, cuando tan sólo era una niña que tuvo que crecer a golpe de soledad.


He aprendido a querer, incluso a quienes no son merecedores de mi cariño, he aprendido a quedarme con lo bueno, a pesar de haber recibido golpe tras golpe, he aprendido a recordar que mi abuela me llevaba a ver las pelis de Fu Manchú, y he olvidado que nunca le preocupó si iba al cine con el estómago lleno, he aprendido a recordar a mi padre con la ternura que él no tuvo jamás conmigo, y de todos vosotros sólo quiero recordar lo que poco que llegaba a hacerme feliz.


Y ahora qué, ahora podría pagar con "pasta", que fue lo único que recibí, ahora podría "darme mus" porque es lo que realmente merecen, ella y quienes, después de tantos años, tienen la osadía de venir a llamar a la puerta, que ellos mismos quisieron cerrar.


Ahora, esa débil niña, es una mujer, y a pesar de que todos, y cada uno de vosotros os mereceis el más absoluto de mis desprecios, sabeis que podeis contar conmigo. Ahora bien, no me toqueis los cojones, que los tengo bien puestos. Estoy exactamente, en el lugar donde vosotros me habeis situado.


Abuela, ya te vale, dicen las malas lenguas que juraste sobrevevivirnos, y de momento, y a tus 102 años, ya has perdido a muchos de nosotros. Yo, nunca he tenido nada que perdonarte.
La mejor herencia que mi madre me dejó, es la generosidad, por la que puedo seguir sintiendo cariño, incluso por quien no se lo merece.
"He venido – dijo el cuervo- para hacerte sufrir un poco más. Y lo haré de la manera más lícita que hay de causar dolor: contándote la verdad."Trece tristes trances. Albert Sánchez Piñol.


Quiero dedicar todo este montón de sentimientos a mi "chacha", con la que sé que contaré para siempre. Te quiero.



9 comentarios:

Anónimo dijo...

A ver...
Pilla a tu cachorra, vente a Cádiz y nos pasamos un día (o los que quieras) en la playa haciendo el vago más absoluto.
Despotrica lo que te plazca, grita, llora, relájate y deja que te haga la manicura, por ejemplo, o una prueba de shiatsu (que nunca he podido dominar jjaja).Creo que necesitas una cura de reposo urgentemente y aunque sea sólo un día sabático puede hacerte mucho bien.

Cuenta conmigo de una vez.

Muchísimos besos.

Jaime Garcigonzález dijo...

Srta. Marley: La manicura que se la hagan a Fumanchú ¡qué uñas!

Anónimo dijo...

Jajajaj cierto!!!

¿Cómo tendría las uñas de los pies, la criatura?

Jaime Garcigonzález dijo...

Lo digo yo
lo dices tú
pa'uñas de los pies
el Fumanchú...
waaaajjj!!!

~ R ~ dijo...

Y encima estos dos de juerga bloggera,...

No me atrevo a comentar, mi Señora, no sea que me caiga un rapapolvo.

Expresiones con un par varias.

Rafael Merino Isunza dijo...

Amiga me había tardado en hablar debido al momento que ahora vivo. Fue muy fuerte leerte y sentir empatía en la mayor parte de tus líneas. Pareciera que cada historia es única pero al final del día los contenidos son los mismos, sólo cambia la decoración y el vocabulario.

Estoy seguro de que es totalmente importante trascender el pasado, ya sea rompiendo violentamente con él o liberándolo en una transición fluida y cordial; sólo hay que hacerlo de frente, tenerlo todos los días en cuenta y no olvidarlo nunca. Creo que es la manera de evitar que nos brinque por la espalda y cargar ese peso sin darnos cuenta.

Leila Sand dijo...

Esto,... bueno,... yo pasaba por aquí, gracias por seguir a mi lado.

Kisses de los de besos de española.

P.D.: A ver quien no sabe eso de "la española cuando besa..."

Magiie dijo...

Sé que es tarde...

... pero como ha dicho Rafael, se siente empatía a leer lo que has escrito, es más, se siente dolor e ira... Quizás fruto de nuestro propio dolor e ira familiar

"Lo siento"

Un bechooooo

Anónimo dijo...

Nunca es tarde para reencontrarse, jijijiiji.

Un abrazo Magiie