Entre Potingues, fogones y alquimias

lunes, 18 de febrero de 2008

1 comentario:

Chinche dijo...: Sí. Lo cierto es que a veces se hace muy muy difícil!!...

Fíjate sino en el propio intérprete de esta canción. Al pobre, tan cuesta arriba se le hizo, que acabó haciendo los famosos cuadernos MiquelRius!!!!.

Besucos,

Chinche; martes, febrero 19, 2008 11:07:00 a. m.

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Siempre quise ser un hada, y por supuesto con varita y alas. A medida que crecí me di cuenta que ni varita, ni alitas, ni ná; pero como por arte de mi magia,... nada ha podido cambiar mi corazón. También quisé ser una princesa, de esas con vestido de princesa, corona de princesa y castillo de princesa. Busqué una ranita, y otra, y otra más, y fui dando besos a diestro y siniestro, y ninguna de mis ranitas se convirtieron en principe, tal vez sea por eso, por lo que aún me siguen gustando las ranas. Con estos pequeños detalles, es lógico que mis animales preferidos sean los dragones, los unicornios y los hombres. Y hablando de hombres, lo que más me gusta es convertir a los hombres en niños y a los niños en hombres, ¡como por arte de magia!.

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos

mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible

mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos

mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos

mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple

mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.

Mario Benedetti

Gracias Capitán Escarlata. Será un honor cubrir con vuestros versos mi morada

A mi Señora Leila Sand,... Chulapona, amante de las pequeñas cosas.
Soneto con estrambote

Cálida noche,... fugaz presencia.
de esta agua no he de beber,
cantaba yo ufano sin entender
lo que vuestra lengua me decía.

De lo que os dije que no haría
tres enormes sacos me he de comer,
uno por cada lágrima que vi verter
de vuestros ojos Señora mía.

Parpados pellizcados en disimular,
emoción exaltada por la amistad
que vuestra belleza hace acrecentar.

Así pues mi Señora perdonad,
de lo que dije me he de retractar,
apelo a vuestra generosidad.

Bella dama de la Villa y Corte,
que a Sevilla habéis ido a dar,
a este capitán no deis en olvidar
que él no olvida vuestro nombre.